No es el momento de ir con tonterías o tontunadas varias y diversas. Ahora no. Creo que ha pasado el tiempo en el que he reprimido gran parte de lo que he querido expresar, y hablo en general. Ahora mismo, tras haber vaciado (un poco más) mi escaso cerebro viendo el baile de hostias del partido entre los dos equipos, he vuelto a la mesa de operaciones. Con los auriculares enganchados, la pantalla delante, el word con el texto de la canción que empecé ayer y que he terminado (a la espera de la correción de mi profe de inglés, que se va a poner las botassss), y que he terminado hace unos escasos 10 minutos, he estado releyendo el texto. Leyendo en todas direcciones, saltando las palabras que empezaban con T, las impares, las de más de 7 letras... e intentando reinterpretarme a mí mismo. Quiero decir: posiblemente, hace unos meses, algún año, no me hubiese planteado hacer una letra que entiendo que puede ser incomprensble para más de un@. Pero, lo cierto es que conforme la leía y releía, esta vez sin saltarme nada, he visto que las palabras formaban una serie de conceptos que han estado rondando en mi cabeza y que no se han atrevido a salir antes. Y no, que nadie espere nada subido de tono, ni de sinceridad extrema ni nada por el estilo. No, no. Es más bien, una forma de expresión sin complejos, con la que he buscado el ritmo que quería mantener; y además, dada la forma y aspecto de la canción, surge una peculiar manera de expresar un estado de ánimo que no tiene por qué ser el mío, al menos, no en este momento. Suena un poco absurdo ¿no?
Es entretenido este acto de atreverse a expresar según qué cosas. No es la primera vez que escribo letras de canciones, pero igual sí que es la primera vez que pienso en mí a la hora de escribirlas. Como creo que ya comenté en algún momento de este blog, y como he comentado a varios conocidos con los que ha salido el tema, estas canciones las grabo en estudio para que suenen bien, para que quien se acerque a escucharlas se quede con lo que son, sin las limitaciones de mis grabaciones caseras (con sus ruidos, sus toses, sus llamadas de teléfono, sus notas desafinadas, sus baterías imposibles). No hay excusas, sale lo que yo quiero que salga, y... y si consigo que tú, que ahora me lees, y pronto las escucharás... sientas, vibres y te mezcas en sus melodías, habré conseguido mucho más de lo que alguien como yo podría jamás haber imaginado.
Vamos a ver, para qué leches quiero yo tener un montón de canciones encerradas en casa... No me las puedo comer, no me sirven para empapelar la habitación, no hacen buenos masajes, no quieren dormir conmigo... y ya no te hablo de tener hijos con ellas, así pues... ¿de qué me sirven? Ahora sé de qué me han servido, y les estoy muy, pero que muy agradecido.
Lo siento, tocó momento profundo!!!
besos, abrazos y achuchones varios y de muchos colores!
Edu
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